Una Historia de historias

«Una Historia de historias» es un proyecto de memoria histórica, centrado en la materialidad de la memoria, que busca rescatar y traer al espacio público esas historias personales o familiares que no figuran en ningún libro de historia, pero que conforman la Historia de un país, reflejan las huellas y las cicatrices que esos tiempos de violencia y convulsión política dejaron en el paisaje de nuestra memoria colectiva.

2 de octubre de 2024

Encarcelación en la Guerra Civil

El objeto presentado es un acta de juicio de mi tatarabuela, Teresa Duque, fechada el 6 de mayo

de 1939 en Puertollano, Ciudad Real. Este documento llegó a mis manos gracias a mi abuela,

quien ha tenido la paciencia y dedicación de responder a todas las preguntas que le he planteado

sobre la historia de nuestra familia a lo largo de la Guerra Civil. Por este motivo, y con el objetivo

de lograr una mejor comprensión, me propongo relatar la historia desde su perspectiva:



Mi madre siempre me ha contado lo que sucedió aquel día. Mi tío, al igual que mi madre,
ocupaban
un cargo relativamente importante en el Partido Sindicalista de Puertollano. Esa mañana, un
Guardia civil, amigo de mi tío, se presentó en mi casa y le advirtió: “Alfonso, vete esta noche
que mañana vienen a por ti”. Mi tío al caer la noche huyó de Puertollano en dirección a Francia.

Al día siguiente llegaron los soldados, pusieron toda la casa patas arriba y al no encontrar a mi tío,

decidieron llevarse a mi abuela. Fue así como separaron a nuestra familia. Mi madre, después

de ver como un hermano huía, otra moría y a otros se los llevaban a colegios de caridad, decidió

llevar a su única hija, que había nacido en ese entonces, y partir tras mi abuela para poder

llevarle diariamente la escasa comida que tenía y asegurarse de que estuviera lo mejor posible

en esa situación. Después de pasar por muchas cárceles, mi abuela acabó en Santander.

Mi madre logró encontrarla después de haber perdido la pista al salir de Puertollano e iba a verla

a diario. Sin embargo, a las pocas semanas de encontrarla, un día, cuando fue a llevarle una fruta,

el secretario le dijo que había muerto a causa de una enfermedad y ya no estaba allí. Lo último

que decía mi madre siempre que le preguntaba era “yo la vi el día anterior y no estaba tan enferma.

Mi madre no se murió; a mi madre la fusilaron”. Nunca sabremos si fue así, pero hoy en día no

hemos conseguido saber dónde está enterrada mi abuela.


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