Mi abuela, la propietaria del mueble, era la pequeña de cuatro hermanos. Su hermana mayor estudió Derecho en una época en la que ninguna mujer estudiaba, y de sus dos hermanos, uno se hizo médico y otro abogado. Pero mi abuela no quiso estudiar, y fue una mujer más convencional.
Cuando estalló la Guerra Civil, el gobierno se vino a Valencia, y después tuvieron que salir huyendo hacia Cataluña. Estuvieron en Barcelona, en Terrassa, y al final acabaron refugiados en un pueblo de los Pirineos. Por qué mi abuela se fue con ellos, no lo sé muy bien, pero la cuestión es que mi abuelo estaba en el frente, y mi abuela (con mi madre, que tenía un año) se fue con su hermana y con su cuñado.
Tras varios meses esperando el final de la guerra, supongo que confiando en todo momento que iban a ganar, llegaron las noticias de que Franco había vencido. Mi tía, con su marido y su hija de nueve años decidieron pasar la frontera a Francia, porque su vida corría peligro. Pero mi abuela les dijo que ella no se iba, que cómo se iba a ir ella a otro país, y dejar a su madre y a su marido, que estaba en el frente y no sabía nada de él.
Me chocó mucho esta historia, porque yo a mi abuela no la considero una mujer muy valiente. Pero ella en ese momento decidió quedarse en España. Todos los que estaban refugiados con ella se fueron a Francia, y mi abuela, sola, se volvió hasta Valencia con mi madre, atravesando la España devastada del fin de la guerra, la última zona que había caído.
Siempre nos contaba la anécdota de cuando llegó a Tortosa. El puente por el que debía pasar el tren había sido destruido durante la guerra, y la gente tenía que bajarse, cruzar el río Ebro en barca y coger un segundo tren. Cuando mi abuela llegó al otro lado, vio las largas colas para comprar los billetes y el tren a punto de salir. Ni corta ni perezosa, se subió sin billete, y a un niño que vio desde la ventanilla le dio el dinero y le pidió que le hiciera la cola y se lo comprase. Mi abuela se arriesgó mucho dándole el dinero, con las penurias que se estaban pasando en España en ese momento. El niño podría haber salido corriendo con las monedas, pero hizo la cola, compró el billete y se lo dio.
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